Por fín, he aprobado la oposición. Aquello en lo que he invertido tanto esfuerzo, constancia y también ilusión, lo he conseguido. Es posible que no sea el mejor candidato, pero sí he sabido demostrar que soy de los mejores. Y por eso he conseguido mi premio:
- Un trabajo para toda la vida, dotado por tanto de una de las características que más necesita un empleado: la estabilidad.
- Un digno sueldo, revisable periódicamente y garantizado por el Estado.
- Posibilidad de desempeñar mis tareas en otros lugares geográficos distintos al inicial. Por tanto, movilidad garantizada.
- Sistema reglado de promoción a categorías superiores mediante la denominada "promoción interna".
- Por circunstancias personales o profesionales que puedan sobrevenir, existe la posibilidad de solicitar excedencia, sin que ello signifique la pérdida del puesto de trabajo.
- Pero estoy al principio de mi carrera y todas las ventajas laborales que voy a disfrutar he de compensarlas con una cierta vocación de servicio. Trabajar para el Estado o sus Organismos significa trabajar para los ciudadanos, que son los que a la postre “contribuyen” para mantener mi puesto de trabajo. Y no sólo eso, sino que un Estado moderno debe dotarse de una Administración eficaz, compuesta por profesionales celosos de sus tareas y en continua evolución.
He terminado con éxito mi preparación, pero ahora comienza la preparación más importante de mi vida, la que debe conducirme a ser un auténtico profesional.
1 comentario:
Las oposiciones para el empleo público conforman una gran oportunidad en estos tiempos de crisis económica en donde el trabajo no abunda. Por este motivo es conveniente estudiar y presentarse a rendir con el objetivo de adquirir un trabajo con innumerables beneficios en el plano económico y social.
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